Llevamos siglos cultivando y cultivando, y nuestros métodos y herramientas han evolucionado con el tiempo. Nuestros primeros ancestros neolíticos empezaron a cultivar un huerto sostenible sin mucha ayuda externa, confiando únicamente en los materiales autóctonos disponibles en su entorno.
La intención original era la jardinería de subsistencia o sostenible. No es sorprendente que la intención siga siendo la misma hoy en día: cultivamos para alimentarnos.
El jardín sostenible, en cambio, es una extensión de nuestros genes agrícolas, centrada más en la estética que en la alimentación. En algún momento, estas dos exigencias humanas -el sustento y la estética- empezaron a primar sobre las de la naturaleza. Llenamos nuestros suelos con sustancias no naturales, como los esteroides, los aramos y los rociamos hasta que nada puede dañar nuestras plantas y productos.
Pero como todas las cosas no naturales, este desarrollo tiene un precio. El uso excesivo del suelo y el reciclaje constante de nutrientes roba a la tierra su vitalidad, de modo que acaba por consumirse.& Aquí es donde entra el concepto de jardinería sostenible.
La esencia de este concepto es el aprovisionamiento, lo que significa que debemos dirigir nuestras actividades de dos maneras. Por un lado, debemos, por supuesto, intentar conseguir mejores resultados con nuestra jardinería y, por otro, debemos actuar de forma que el suelo no sólo se enriquezca, sino que siga siendo utilizable para las generaciones futuras.
Los recursos son escasos. Pero la buena noticia es que la mayoría de ellos son renovables, al menos los utilizados para la jardinería y la agricultura. Nuestras prácticas de jardinería deberían sobrevivir a nuestras generaciones. El terreno y los recursos también deben estar disponibles para tiempos futuros. Dado el inmenso potencial de nuestra tierra, no es imposible que varias generaciones puedan beneficiarse de ella.
Pero sin los recursos necesarios - minerales, materia orgánica y agua - esto no es posible. Es comprensible que, con el aumento de la población, también haya aumentado la necesidad de suelo. Pero a este ritmo, estamos poniendo en riesgo el futuro.
En este punto, es importante preservar, restaurar y mejorar la fertilidad del suelo para que pueda convertirse en un ecosistema beneficioso tanto para el ser humano como para otros organismos. Esta forma de existencia simbiótica es esencial para la sostenibilidad de la humanidad.
La sostenibilidad es innata en la naturaleza. La regeneración es el objetivo general de los procesos naturales; incluso la extinción natural es, en cierto modo, un paso en el proceso evolutivo de los organismos. En cualquier caso, la naturaleza nunca se agota, siempre se repone.
La jardinería sostenible es, por tanto, un concepto muy sencillo, ya que lo único que tiene que hacer el jardinero es imitar las formas de la naturaleza. En otras palabras, en lugar de utilizar equipos complicados y productos químicos agresivos, la jardinería sostenible puede lograrse mediante pequeñas y económicas medidas como el riego por goteo, el uso de insecticidas orgánicos caseros y la reposición de los nutrientes del suelo.
Los métodos naturales son las formas más sostenibles de cuidar las plantas y los cultivos. La mayoría de estos métodos están interrelacionados, y el éxito de uno ayuda a conseguir los demás. Es posible que estos pasos no produzcan inmediatamente resultados milagrosos. Pero ayudan a mantener la tierra y los recursos productivos durante más tiempo.